Para Belania, su mundo es encantador... aunque se complica a medida que crece. Cada vez tiene más responsabilidades en la granja de sus padres y menos tiempo para aferrarse a los juegos de infancia y a sus amigos de siempre. Lo único que permanece igual es su amistad con los jóvenes del pueblo, sobre todo con su mejor amiga, Aleanna. Y sin embargo, cuando esta se marcha a la ciudad, dejándola solo con un colgante de recuerdo, todo su mundo se tambalea.
Y Conrado está ahí para estabilizarla, con sus ojos amables y sus manos firmes, sus palabras cálidas y su sonrisa, que hace que el corazón le revolotee en el pecho. Hasta que durante ese plenilunio ese colgante se ilumina.